domingo, 29 de enero de 2012

Alicia

Te escuché llegar, escuché que tenías las manos de un color brillante, que te lo habías intentado quitar toda la noche porque no era normal, nunca antes lo habías visto en ti misma y te asustó con la boca cerrada. Antes que llegaras a cruzar la puerta de madera que traquea cuando te estás acercando, antes que me llamaras tocándote la muñeca izquierda, yo ya sabía en qué te habías metido. Alicia, si me besas un ojo, en uno de tus próximos días contados se librarán dos fuerzas opuestas, hacia el norte y hacia el sur. Tú tendrás que escoger de primera cuál seguir, para yo poderte dar la espalda y tú a mí la tuya y vernos a un mundo de distancia, Alicia.