domingo, 15 de julio de 2012

El mar comenzó a filtrarse debajo de la puerta.

Cuando supo que lo buscabas, fue necesario que viniera. Todos escuchamos el timbre y todos recordamos la catástrofe, que no se pronuncia nunca tan fuerte como para que podamos oír.

Graciela abrió la puerta y lo dejó entrar.

Él subió las escaleras sin saludar a nadie en la sala y en la sala el silencio se pronunció. "Les dejé poner las manos sobre mí y todas las cerraron en puños, ahora puedo decir que sí", dijo.

Yo lo miré pasar por el corredor através del marco de la puerta y él se detuvo a saludar, sonrió, tambaleó sus cabezas de adelante para atrás y pisó fuerte.

Todos abajo escucharon.

Continuó lentamente y con la mirada atravesando la madera y el polvo, para verte a ti, sentada de espaldas a él, a todos.

Reclamaste tus cenizas y el diamante que algún día salió de tu estómago y fue a parar a su tormenta, justo a su tormenta, donde solo hay muertos flotando.

domingo, 29 de enero de 2012

Alicia

Te escuché llegar, escuché que tenías las manos de un color brillante, que te lo habías intentado quitar toda la noche porque no era normal, nunca antes lo habías visto en ti misma y te asustó con la boca cerrada. Antes que llegaras a cruzar la puerta de madera que traquea cuando te estás acercando, antes que me llamaras tocándote la muñeca izquierda, yo ya sabía en qué te habías metido. Alicia, si me besas un ojo, en uno de tus próximos días contados se librarán dos fuerzas opuestas, hacia el norte y hacia el sur. Tú tendrás que escoger de primera cuál seguir, para yo poderte dar la espalda y tú a mí la tuya y vernos a un mundo de distancia, Alicia.